Eran las 11 de la noche, debajo de una lluvia interminable y completamente mojado hasta los huesos, esperaba un Taxi para regresar a casa, ya tenía una hora esperando al mencionado transporte público.
El Sitio de Taxis "Oficial" y "Decente" del Hospital deja de funcionar a las 6:30 de la tarde (¿Por que será?).
Fuera del Hospital Fernando Quiroz, en la Calle Canario, a partir de las 8 de la noche, comienza a bajar la circulación de autos, y por supuesto, de Taxis.
Los Taxis que pasan después de esas horas generalmente pasan ocupados o no quieren detenerse....y con lluvia menos.
Los únicos que pasaban "continuamente" eran unos Microbuses con un letrero que decía "LA ARAÑA", habrían sido el sueño de Gabriel Vargas, el autor de la Familia Burrón, por que el Micro no iba lleno, iba "Hasta su mad...",
Varias enfermeras y personal hospitalario subían a este pintoresco y singular transporte por la puerta de atrás (Con razón siempre estaban de malas).
Algo dentro de mi decía.....¿Realmente crees que va a pasar un Taxi en estas condiciones?.
La Lluvia seguía y la única iluminación eran los focos de la reja de entrada de ambulancias.
Como tenía pase de 24 horas pensé en regresar al Hospital y dormir en la Sala de Espera, como lo había hecho en múltiples ocasiones, pero estaba demasiado mojado y no podía darme el lujo de enfermarme.
El tiempo pasaba y yo completamente desmoralizado.
Pensé... ¿Por que carajos no llevaron a mi familiar al Darío Fernández que me queda a unas calles de la casa, y en lo personal, nunca me ha servido de nada, por que las veces que he necesitado de ellos me niegan el servicio.
Vi a través de los lentes, que para entonces ya nadaban en agua, la luz del "copete" de un Taxi.
Sin mucha fe le hice "la parada".
Para mi sorpresa el auto se detuvo, abrí la puerta y el conductor, muy amablemente, preguntó hacia a donde iba, al decirle la dirección no se negó, no la hizo de tos.
El auto estaba limpio, con el tarjetón en regla y el taximetro en lugar visible.
NUNCA escuché la estación de Radio "La Zeta" tan celestial como en esa ocasión. Su música grupera era como un cántico del paraíso que inundaba el interior del Taxi seco y tibio, mientras veía pasar por la ventana los lugares tan "gachitos" que hay en la lateral del Periférico.
En las bocinas escuché la inconfundible voz de Arturo Flores anunciando "Laaaaaaaaaaa Zeeeeeeeeeeeeeeeeta", la misma voz que escuchaba cuando Joven en Estéreo 97.7.
Al llegar a casa COBRÓ LO JUSTO aunque le pagué un poco mas en agradecimiento, pude entrar a casa, bañarme y cambiar de ropa.
Gracias señor Taxista, que Dios lo bendiga.