Affaire futbolero

29 de junio de 2010


Por Srita. Puntito

Raúl no es celoso, pero si supiera lo que a veces se me viene a la mente cuando veo el futbol, me pide el divorcio, la custodia de los niños y una orden de restricción.

- Ya le estás agarrando la onda, ¿verdad amor? Como que te veo más picada - me dijo Raúl mientras veíamos un partido el otro día. ¡Qué ingenuo! No tenía idea de que en ese momento yo estaba en un yate tomándome una piña colada con Rafa Márquez. Sí, no lo puedo evitar, y menos cuando en un partido de fútbol se me cruzan jugadores tan guapos. Mi imaginación los arranca de la cancha, a mí del sofá y nos vamos a pasear.

Es inevitable. Ninguna mujer se salva de ser flechada durante un partido.

La cancha es generosa con nosotras y siempre nos ofrece un surtido masculino para todos los gustos.

¡Hay jugadores para todas! Los hay feos con un no sé qué que qué se yo, como Giovani Dos Santos; horribles pero protagonistas como Cuauhtémoc Blanco (México); hermosos con pinta de románticos como Fabio Cannavaro (Italia); masculinos de esos que anuncian perfumes como Iker Casillas (España); misteriosos guardasecretos como David Villa (España); latinos con ojos de travesura como Carlos Vela (México); buenotes de calendario como Cristiano (Portugal); y qué decir de los maduritos como Gerrard (Inglaterra) que son los más irresistibles cuando se enojan.

Una vez enamoradas de alguno, el partido se vuelve personal, nos enojamos e insultamos al árbitro si le tocan un pelo a nuestro galán; le pedimos a Dios que adelante o atrase el partido según convenga y empezamos a ponernos nerviosas, como si se tratara de nuestro futuro.

Para muestra el partido de Portugal contra Costa de Marfíl ¿Cuántas mujeres no acabaron indignadas con el resultado? Pobre de mi Ronaldo, él solito no podía contra todo un equipo, el pobre ya no hallaba qué hacer con toda esa frustración (y yo tan lejos, pero a la vez tan cerca…).

Pero el affaire no termina al final del partido, las mujeres tenemos un gen de niña fan que no se nos quita. Nos informamos sobre la vida personal del jugador que nos acaba de flechar y si no es casado nos brillan los ojitos (como si eso aumentara nuestras posibilidades). Después googleamos fotos suyas, y escogemos las mejores para que nos dé los buenos días (de preferencia en choninos) en el protector de pantalla de la computadora.

Si el romance va bien, es decir, el jugador sigue figurando, entonces le damos nuestra prueba de amor: nos compramos la playera de su equipo. A mí me pasó, nunca voy a olvidar mi primer amor de mundial. Davor Suker (Croacia) en la Copa del Mundo del 98 (duró varios meses de protagonista en mis fantasías).

¡Este Mundial pinta muy bien! La mesa ya está puesta, hay un buffet internacional delicioso. Pobres de los maridos, si supieran que lo que menos nos interesa en las repeticiones es el fútbol. Lo bonito es ver en cámara lenta a los futbolistas.


Como se publicó en el periódico La Razón.

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