Ozzy Ousborne, la rutina diaria

27 de julio de 2025

 


Durante décadas, la resaca era su punto de partida, no un obstáculo.

Decía que su cuerpo estaba tan adaptado a las drogas que lo raro era sentirse sobrio. 

Desayunaba como si fuera su última comida. huevos, salchichas, café... y en sus años más oscuros: whisky o vodka desde las 9 AM. 

Ozzy nunca distinguió entre desayuno y autodestrucción.

Su ritual matutino incluía gritarle al espejo. "¿Sigues vivo, bastardo?" Era su forma de saber que seguía aquí. Que el demonio del rock todavía respiraba.

Antes de cada show, tenía tres hábitos fijos: Gritar como loco, golpearse el pecho y tomarse un trago. Era como invocar un espíritu antes de subir al escenario.

Sus conciertos eran un caos hermoso. Lanzaba cubos de agua al público. Se bajaba los pantalones. Mordía murciélagos. Para Ozzy, el escenario era un templo y él, un profeta sin filtro.

Cuando no estaba tocando, estaba huyendo, de la policía. de su esposa. de sí mismo.

Los 80 fueron una montaña rusa de sobredosis, arrestos y reality check. Pero tenía una rutina secreta: grabar todo. Tenía diarios, cintas de audio, reflexiones.Pese al caos, sabía que estaba haciendo historia. Ozzy documentaba su locura con precisión quirúrgica.

El silencio lo aterraba. Dormía con la TV prendida, la radio sonando o voces en la habitación. Decía que "el silencio le recordaba la muerte".

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Recordó a la pandemia en el Diario ‘Metal Hammer’:

 “Mi esposa tenía el virus; mi hija tenía el virus y yo nunca lo contraje…¡Ser un adorador del diablo tiene sus ventajas!”, expresó.

 

QUE EN GLORIA ESTÉ

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