El Papa en México

6 de agosto de 2016



“Buenos días, busco algún objeto con la imagen del Papa”.

“Ah, claro que sí, joven, acá tenemos…”.

Las manos de Joaquín Ramírez, el encargado de atender el local Proveedora El Culto Católico, a espaldas de la Catedral Metropolitana, revuelven cajones y estantes y enseñan sobre el mostrador los souvenirs papales: medallas, cruces, cuadros, litografías, libros de oración.

“Y allá tenemos más…”.

Con el dedo índice, su mano apunta a las vitrinas con más objetos del Sumo Pontífice: muñecos de cerámica, estatuillas de pasta y, afuera, en la entrada de su local en el Pasaje Catedral, una estatua de 190 centímetros de alto que muestra al jefe máximo de la Iglesia católica inclinado, con su tradicional ropaje, esperando que alguien se siente en su regazo y, a cambio, deje unas monedas en la canastilla que descansa en sus rodillas.

“Llévese la foto con el Papa, está buena”.

Pero tal vez no me he logrado explicar. No busco objetos del Papa que falleció hace casi 11 años, el mismo que dejó de reinar hace dos mandatos. Quiero ver la mercancía que se vende del actual, a poco más de un mes de su visita a la ciudad de México.

—Busco del papa Francisco.

—Ah, no… de él no tenemos, joven. Es que usted preguntó por el Papa.

—Por eso, el papa es Francisco.

—No, joven: el Papa en México es Juan Pablo II.

Joaquín Ramírez sonríe con amabilidad. No es una respuesta insolente. Es una afirmación con enjundia porque le parece obvio que cuando sus clientes llegan al local que atiende desde hace 35 años y preguntan por el Papa se refieran a Karol Wojtyla y no a Jorge Bergoglio. Y para demostrarlo me pide que espere las reacciones que genera la estatua que tiene afuera.

Minutos después, Gloria Orantes, devota católica de una familia de cinco generaciones viviendo en la calle República de Argentina, en el Centro Histórico, pasa de largo de crucifijos, estatuillas de la Virgen, santos milagrosos y niños Dios, y cuando rebasa al papa Juan Pablo II de plástico chino, maquillaje de aerosol, tamaño jumbo, desanda los pasos, se arrodilla, se persigna y le reza una breve oración al maniquí.

—¿Por qué se arrodilla frente a esta figura y no otra, señora? —le pregunto.

—Porque éste es un santo y es papa —responde la mujer.

—¿Y se arrodillaría ante el nuevo papa, Francisco? —inquiero.

—No, nomás ante Juan Pablo II, porque es mexicano.

CRESTOMATIA. Todos los derechos reservados y pertenecen a sus respectivos dueños, conoce el reportaje original y completo en:

http://www.eluniversal.com.mx/especiales/estados/2016/01/8/260946/nota/264510/0/papamania-juan-pablo-ii-sigue-siendo-el-rey



2 comentarios :

Dunkix dijo...

Es cierto, durante muchos años será difícil que nos acostumbremos a llamar a Don Karol Wojtyla San Juan Pablo Segundo. Invariablemente al ver una foto de él la gente lo llama simplemente "el papa".

Checoblog dijo...

Pero le hicieron fast Track a Juan Pablo Segundo. San Juan Diego tomó mucho tiempo en su beatificación.

Incluso a la Madre Teresa de Calcuta le retrasaron sus papeles.

Pasa lo mismo cuando termina uno el Servicio Social en dependencias gubernamentales.