El Rey Pescador (The Fisher King)

19 de marzo de 2013

Phil Collins dice que siempre necesitamos conocer las dos partes de la historia, por eso, aquí está otra versión de los hechos.

Veamos con atención...





Notas sobre la radio en México

Sólo quien se ha parado frente a un micrófono ha sentido el shot de adrenalina de la radio. Y, como toda emoción, el cuerpo pide más y más; y sin darse cuenta, uno puede volverse adicto.

A lo largo de mi vida, he conocido a un puñado de locutores de radio que han escrito la historia de este medio. Personajes que han logrado toda la fama, que han logrado todo y que, de igual forma, terminan perdiéndolo todo: familia, amigos y brújula.

Irremediablemente, me viene la imagen de Jack Lucas hablando a sus fans a través del micrófono, convertido en un pequeño Dios, sin mostrar el mínimo respeto por los sentimientos de sus radioescuchas.

No tienen idea, de qué manera me impresionó la imagen de este pequeño Dios venido a menos, con su gabardina llena de vómito, tirado en la calle, viviendo la realidad de los sin-hogar de New York. Me atrevería a asegurar que Terry Gilliam, en The Fisher King, logró atrapar en esa imagen el ascenso y decadencia que ha marcado a la mayoría de los conductores de radio en el mundo.

También me viene a la memoria, el libro “En Búsqueda de la Excelencia en Radio”. Un bestseller de los 80, que hizo una investigación para encontrar, entre otras cosas, la fórmula del éxito de las estaciones más influyentes de los Estados Unidos. En el apartado de los locutores, la constante entre las voces más destacadas era una vida familiar con una infancia marcada por la falta de afecto. Esta “carencia” se volvía su principal virtud, ya que, a través del micrófono, eran capaces de generar esta necesidad de afecto, provocando la empatía de los radioescuchas. La audiencia adopta al locutor que siente como indefenso, falto de amor, urgido de un abrazo. A pesar de que este locutor sea un cretino que lo insulta o lo arremete. Tema terapéutico, sin duda, pero una constante al fin, de acuerdo a la investigación de aquel libro.

Si ustedes están de acuerdo, me permitiré compartir con ustedes algunos de los personajes tipo The Fisher King que he podido conocer.

Mi primer encuentro radiofónico cara a cara fue con Sergio Rod y Bolívar Domínguez, los conductores de un talk show pionero de los 70 y 80: “Batas, Pijamas y Pantuflas” (B, P y P).

Batas, Pijamas y Pantuflas

Era un programa matutino que se transmitía, de lunes a viernes, de 7:00 a 9:00 am, a través de radio 590 La Pantera, una emisora del Núcleo Radio Mil (NRM). Ellos hacían algo impensable: hablar más allá de dar la hora, la frecuencia y los nombre de la canción e intérprete. Iniciaron una tendencia que marcaría los 80 y 90 en nuestro país: “la radio es lo que sucede entre canciones y comerciales”. Era impresionante ver la respuesta de la gente cuando les dedicaban “Las Mañanitas” en diferentes tonadas, ajustando la letra a la melodía de canciones de diversos géneros. Todos disfrutaban los saludos a “Los Viejos Gruñones, Las Muchachas Bonitas y Las Viejas Entubadas”. Hablaban de todo y de nada. Inventaron, incluso, un planeta llamado Kryptón (plagio bajo licencia creativa), escenario en el que se escudaban para hacer crítica social y política de un país donde no existía la libertad de información.

Además de su trabajo en Batas, Sergio Rod también era jefe de producción del NRM y era el conductor de Diálogos al Desnudo, un programa de entrevistas que ganó un Premio Nacional de Periodismo.

Trabajé al lado de Sergio Rod y me impresionaba su personalidad seductora y empática: nadie podía resistirse cuando abría la boca: era como un hechizo que generaba simpatías sin cuestionamientos. Pero, también era un hombre muy solo, desconfiado que, poco a poco, fue perdiendo la brújula.

Recuerdo una ocasión en que los directivos del NRM le pidieron una investigación de mercado. Sergio se atrevió a inventar los resultados sin aplicar ninguna herramienta de investigación. Cuando se descubrió este hecho, se ausentó del trabajo por unos días porque fue “arrestado” por petición propia. Sergio tenía un cargo honorario en la policía de la época de Madrazo. El “Negro” daba estas distinciones a personalidades de los medios para ganarse su simpatía y generar una buena imagen ante sus tácticas de seguridad poco ortodoxas. Era muy divertido verlo llegar vestido con el uniforme de comandante. Cada vez que necesitaba ausentarse, le pedía a sus “mandos policiacos” que le inventaran un arresto para quedar incomunicado durante el tiempo necesario en lo que las aguas se calmaban. Por supuesto, que el tal “arresto” era como pasar unas vacaciones en hotel de lujo.

En otra ocasión, Camerino, el responsable de la limpieza de las instalaciones del NRM fue acusado por el robo de un reloj del Director General, Carlos Flores Álvarez. Cuando el despido estaba por consumarse, el pobre conserje confesó a su pesar haber visto a Sergio Rod tomar el reloj del escritorio del Director. Cuando Sergio Rod fue llamado a cuentas, simplemente respondió que lo había visto y que, al verlo descompuesto, decidió llevarlo a un relojero para que lo reparara y así darle una sorpresa al Sr. Flores.

Su encanto y su simpatía hacían imposible no creer las muchas historias que inventaba donde la línea divisoria de la realidad y la fantasía se diluía.

Yo entiendo que la realidad es, en gran parte, percepción. Pero, nunca me ha dejado de sorprender cómo existen personajes que traslapan realidad y ficción sin ningún pudor, llegando, incluso, a estar convencidos de su construcción imaginaria.

Había pasado casi un año desde que conocí a Sergio Rod y yo seguía con la ilusión de ser contratado por el NRM. Él se encargaba de mantener esa ilusión, anunciando de vez en cuando que mi puesto ya estaba autorizado. Cuando le preguntaba cómo iba el proceso, se mostraba ofendido por la burocracia de la empresa, sin dar crédito al hecho de que aún no me hubieran pagado. Tomaba el teléfono y airadamente le hablaba al Sr. Martínez, para reclamarle la falta de cumplimiento con respecto a mi contrato. Manoteaba, elevaba el tono de voz, amenazaba, negociaba, transigía y siempre colgaba el teléfono con la promesa de que de inmediato se tomarían cartas en el asunto. Al oír eso, uno no podía menos que sentirse agradecido por su interés y el empeño que ponía en resolver mi situación laboral. Con el tiempo, aprendí que del otro lado de la línea nunca hubo nadie. Eran unos monólogos de ardua negociación sin ningún destinatario. El tal Sr. Martínez ni siquiera sabía de mi existencia. Era Sergio hablando con nadie, acompañado por el monótono sonido de la línea telefónica. No fui el primero, ni el único, pero si era parte del amplio grupo que conocía sus trucos y, sin embargo, lo seguía teniendo en alta estima.

También hubo momentos más cercanos a la tragedia que a la comedia. Y para darle profundidad a este blog, citemos a los clásicos, en voz de Karl Marx, en el 18 Brumario:

Hegel dice en alguna parte que todos los grandes hechos y personajes de la historia universal aparecen, como si dijéramos, dos veces. Pero se olvidó de agregar: una vez como tragedia y la otra como farsa. Karl Marx.

En etapa de tragedia, Sergio tenía un asunto con el tamaño de su nariz que lo llevó a la cirugía plástica. Tras la operación se encerró en una depresión, en la habitación de su departamento; y se negó a comer o a recibir a nadie. Su pareja me llamó y me pidió que lo fuera a visitar. Así lo hice y, para mi sorpresa, Sergio no sólo abrió la puerta sino que aceptó comer algo durante mi visita. Su novia entró y se quedó tratando de interactuar con él, pero Sergio le pidió que nos dejara solos. Más que considerarlo un honor, me pareció extraña su actitud ante quien debiera ser la persona más cercana a él. Me hizo pensar en el nivel de soledad y distanciamiento que sufría una de las voces con más seguidores de la radio de los 80 en la ciudad de México.

En etapa de comedia, Sergio dejó el NRM y se fue a Radio Fórmula, convenciendo a Bolívar Domínguez de hacer lo mismo. La siguiente anécdota me la refirió el mismo Bolívar, quien ya estaba cansado de las mentiras y de los fraudes de Sergio. Le advirtió que si volvía a hacer una más de sus trampas, renunciaría al proyecto-empresa de “Batas, Pijamas y Pantuflas”.

En una ocasión organizaron un viaje a Acapulco con un grupo de radioescuchas. Bolívar era de un carácter más introvertido que el de su compañero. Le pidió a Sergio que no lo fuera a dejar embarcado con el grupo de turistas en el puerto guerrerense.

Como si fuera producto de un guión ya larga y repetidamente ensayado, Sergio se inventó una emergencia en la ciudad de México y se regresó a medio viaje, dejando a su socio a la deriva, a cargo del grupo de turistas.

En cuanto regresó al DF, Bolívar renunció a Radio Fórmula y regresó al NRM.

Siempre he pensado que esa decisión, salvó la vida a Bolívar, pues en el temblor del 85, él ya no estaba en Radio Fórmula. Quien si estaba era Sergio Rod, que siguió transmitiendo durante el movimiento sísmico y cayó ese 19 de septiembre, entre los escombros de aquella estación de radio, perdiendo la vida.

Sergio siempre dijo que le gustaría morir frente al micrófono y lo logró.

Con su muerte, terminó uno de los proyectos más vitales e innovadores de la radio en México.

Falleció en un momento de alta popularidad en su carrera como conductor de radio. Pero, lo hizo sin sus amigos más cercanos, sin sus familiares más cercanos.

La frase típica de Sergio aún retumba en mis oídos:

Gracias a Dios, en este país aún habemos clases sociales. Aunque todos somos del mismo barro, no es lo mismo catrin que charro.

La imagen de Jack Lucas me borra el recuerdo de Sergio Rod, a quien quise y respeté profundamente, a pesar de sus múltiple mentiras, mitos y engaños.

Por: Jorge García Negrete.

Tómado de: http://jgnegrete.wordpress.com/2010/07/23/the-fisher-king-1/


Nota del Checoblog: Dedicado a los Jack Lucas que conocí en mi breve paso por la radio.



2 comentarios :

Dunkix dijo...

Los grandes son grandes, no sé qué más decir.

Checoblog dijo...

A mis casi 50 años estoy llegando a la conclusión de la que hablaba un comercial de radio:

-"Es bueno ser grande, pero es mas grande ser bueno"-.