Estaban los radioescuchas muy contentitos

20 de octubre de 2010


Las tragedias recientes de mineros, en Ciudad Lázaro Cárdenas, y la catástrofe en el mineral de Pasta de Conchos, en Coahuila, se han seguido regionalmente por internet, muy parcialmente por la televisión y, muy especialmente, por el esfuerzo de las estaciones de radio en Michoacán y Coahuila.


Al margen de los intereses de los dueños de las radioemisoras, y de la censura frecuente, la necesidad de no alejar al auditorio y el impulso de las radios comunitarias ratifican lo obvio: la desmesura y el doblegamiento a las grandes empresas que distinguen a la Ley Federal de Radio y Televisión, anticonstitucional y muy lesiva para la libertad de expresión.

Al incrementarse los poderes de la radio se acrecienta la obligación de ampliar sus espacios autónomos.

Dicho lo anterior, prosigo con mi crónica brevísima de la radio en México.

Intermedio contra el olvido (o a su favor)

Entre 1940 y 1960, el jingle, el anuncio cantado es un hit parade que se desconoce y un signo cómplice de esas generaciones.

Ejemplos:

a) Siga los tres movimientos de Fab, remoje, exprima y tienda .

b) Me lo llevo por bonito, me lo llevo por barato, y les digo a mis amigas dónde deben comprar, porcelana y cristal en el 9 de Uruguay, a 19 pasos de San Juan de Letrán.

c) Estaban los tomatitos muy contentitos, cuando llegó el verdugo a hacerlos jugo. ¡Qué me importa la muerte!, dicen a coro, si muero con decoro, en las botellas Del Fuerte.

d) Era Blanca Nieves muy bonita, porque andaba siempre limpiecita, pues lavaba su ropita con Jabón 1-2-3, y les enseñó a los enanitos que estuvieran siempre limpiecitos, y que usaran cada vez el Jabón 1-2-3 .
(Voz en off): Y todos los niños serán como Blanca Nieves, si además de ser buenos y obedientes con su mamá, lavan a diario su ropita con Jabón 1-2-3 .

Palmolívese, alturízate, no te pierdas esa gran barata

La publicidad de una etapa hierve en consignas exitosas, grabadas en la memoria de la generación correspondiente:

"De Sonora a Yucatán/usan sombreros Tardán"/ "Mejor, mejora, Mejoral"/,

Y esta gema, producto del locutor Humberto G. Tamayo:

-Voy al restaurante que ése sí nunca me falla.
-¿Por qué? ¿Cuándo? ¿Dónde? ¿Cómo?
-Porque cuando donde como sirven mal, me desespero.

Lo clásico: La charrita del cuadrante

Hay estaciones que desafían el elitismo y las pretensiones del gentil auditorio, estaciones que traen a la memoria rancherías, predios desbordados de barracas, cinturones de la miseria, azoteas, los sitios en donde lo promiscuo es quedarse solo un día entero.

¿Qué sería de estas radioemisoras, de estos cientos de estaciones que bien podrían llamarse La Trailerita Hertziana, sin los choferes en las carreteras, y los peones agrícolas a la hora de la cerveza y el rejuego verbal, y sin el acompañamiento de los paisas y sus chavas, de los compas y sus cervezotas, y de las señoras que en las fondas del camino hacen tortas con el ademán aciago de la facilidad repetitiva?

Allí prosperan, acumuladas, desafiantes, las canciones que, anecdóticamente, entonan los artistas cuyo éxito nadie jamás se explica, cómo es posible, a menos que se incluya también en el éxito a sus oyentes, la canción no termina en el CD o el casete, prosigue en la vida de su público.

Uno escucha el corrido o la redoba, y sabe que si los oyentes no son "El Ojo de Vidrio" o "Camelia la Tejana" no les disgustaría serlo, qué va, sería a todísimo vivir como en corrido, distribuir los días en cuartetas y oír que los vecinos repiten mis hazañas y las memorizan, orgullosos de haberme conocido antes del día fatal.

Más que el cine, la radio ha sido, masivamente, la fábrica de los sueños tanto más personales cuanto que uno aporta las imágenes, no las que confieren estatus ni otorgan modelos de gestos y dicción, sino las borrosas o repetitivas que le dan a una colectividad fluidez musical y repertorio de frases hechas (para sentirlas, más que para decirlas).

Las mil o 2 mil emisoras del país (sólo un porcentaje mínimo dedicado a lo cultural) están al tanto: su repertorio es la biografía ideal de sus oyentes o viceversa. -Buenas noches, amigos, no dejen de acompañarnos mañana en "La hora del teléfono libre" (o como se llama en cada estación). Y en "La hora del teléfono libre" se desatan las pasiones que con marcar unos cuantos números logran que su voz, al escucharla por la radio, les devuelva la identidad perdida, o nunca conseguida.

El día que los jingles se silenciaron. Las estaciones de sólo música atrapan (o cualquier otro verbo cinegético) a los jóvenes, a los enamorados de cualquier edad (enamorado: aquel que se inventa las entregas sentimentales para no hacer quedar mal a su horóscopo), a la onda rocanrolera, a los barrios de la cumbia y el vallenato. Y si las radionovelas vienen a menos -¿quién recuerda a Charito Armenteros, regia protagonista de la interminable radionovela La rebelión de la moderna juventud?- otro género muy en deuda con el melodrama asciende: el de las protestas específicas.

Pueden ser:- Los que llegan a quejarse de las montañas de basura de vecinos sin consideración/ de la inauguración de una gasolinera en una zona de emociones explosivas/ del antro que no deja dormir/ de las sexoservidoras que van y vienen por las calles vecinas sin reparar que la virtud engendra silencio.- Ciudadanos indignados con las de-claraciones recientes del gobernador o el senador o el secretario de Estado (hay tardanza en criticar al Presidente de la Re-pública), y ansiosos de probar que, por lo menos en lo verbal, no hay ya impunidad.

¿Cuántas llamadas hay en un mes sobre el góber precioso?- Debates sobre la procedencia o improcedencia de un filme: "El sexo está muy a la vista/ No me digan que es noticia para los adolescentes que ya estudiaron biología/ Es noticia si se oyen los ruidos del acto sexual/ Eso nunca pasa/ ¡Pero podría pasar!/ Aténganse a los hechos, no a las profecías/ Usted cuide a sus hijos, si es que los tiene, que yo cuidaré de los míos".La radio se transforma porque si la voz del pueblo no es la voz de Dios, de cualquier manera no le va tan mal en el rating.Escritor se silenciaron

Las estaciones de sólo música atrapan (o cualquier otro verbo cinegético) a los jóvenes, a los enamorados de cualquier edad (enamorado: aquel que se inventa las entregas sentimentales para no hacer quedar mal a su horóscopo), a la onda rocanrolera, a los barrios de la cumbia y el vallenato.

Y si las radionovelas vienen a menos -¿quién recuerda a Charito Armenteros, regia protagonista de la interminable radionovela La rebelión de la moderna juventud?- otro género muy en deuda con el melodrama asciende: el de las protestas específicas.

Pueden ser:

- Los que llegan a quejarse de las montañas de basura de vecinos sin consideración/ de la inauguración de una gasolinera en una zona de emociones explosivas/ del antro que no deja dormir/ de las sexoservidoras que van y vienen por las calles vecinas sin reparar que la virtud engendra silencio.

- Ciudadanos indignados con las declaraciones recientes del gobernador o el senador o el secretario de Estado (hay tardanza en criticar al Presidente de la República), y ansiosos de probar que, por lo menos en lo verbal, no hay ya impunidad. ¿Cuántas llamadas hay en un mes sobre el góber precioso?

- Debates sobre la procedencia o improcedencia de un filme: "El sexo está muy a la vista/ No me digan que es noticia para los adolescentes que ya estudiaron biología/ Es noticia si se oyen los ruidos del acto sexual/ Eso nunca pasa/ ¡Pero podría pasar!/ Aténganse a los hechos, no a las profecías/ Usted cuide a sus hijos, si es que los tiene, que yo cuidaré de los míos".

La radio se transforma porque si la voz del pueblo no es la voz de Dios, de cualquier manera no le va tan mal en el rating.

Carlos Monsiváis
Escritor
23 de abril de 2006

2 comentarios :

Dunkix dijo...

Lo único que puedo decir es que la radio representa la cultura de un pueblo. Por eso a muchos nos duele la desaparición de la radio "local" en provincia.

La TV es igual en todos lados.

Checoblog dijo...

Supe de alguien que su papá era dueño de una estación de radio de provincia.

Según ella, tenía problemas para pagar la nómina, cobrar a los anunciantes, los impuestos eran altos y las noticias locales "molestaban" a las autoridades del Estado.

Hasta que un día llegaron "Los 40 principales" y le pidieron rentada su estación.

Sus problemas terminaron.